La psicología del color es una rama de la psicología que estudia cómo los colores afectan nuestras emociones, percepciones y comportamientos. Este campo explora cómo diferentes colores pueden influir en nuestro estado de ánimo, decisiones y relaciones, basándose en la idea de que los colores tienen significados universales y culturales que pueden desencadenar respuestas psicológicas específicas. 

Esta disciplina estudia tanto las respuestas emocionales inmediatas a los colores, como sus efectos a largo plazo en nuestro bienestar y nuestras interacciones sociales. La psicóloga alemana Eva Heller, una de las figuras clave en este campo, popularizó la idea de que cada color puede provocar diferentes reacciones en las personas basándose en estudios científicos y observaciones culturales. La psicología del color también se aplica en áreas como el marketing, el diseño de interiores y la moda, donde se utiliza para influir en la percepción del consumidor y mejorar la experiencia del usuario. 

En el estudio “Amor y dolor son del mismo color: La psicología de los colores” publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se analiza el impacto psicológico de los colores en nuestra vida cotidiana. Este estudio revela cómo los colores no solo decoran nuestro entorno, sino que también influyen profundamente en nuestras emociones y decisiones.

El color turquesa: significados y asociaciones

El color turquesa, una mezcla de azul y verde, se asocia con una variedad de significados en el ámbito psicológico. Este color simboliza calma, comunicación y equilibrio. Se cree que el turquesa promueve una sensación de paz interior y ayuda a expresar sentimientos de manera más clara y efectiva. Además, es conocido por sus propiedades relajantes que pueden reducir el estrés y fomentar la tranquilidad.

En la historia, el turquesa ha sido valorado desde tiempos antiguos. Los egipcios utilizaban este color en joyas y amuletos debido a su asociación con la protección y la salud. También fue un color importante en la cultura mesoamericana, donde se usaba en objetos ceremoniales y artefactos sagrados.

El nombre “turquesa” proviene del francés “turques” que significa turco, ya que en la Edad Media los europeos recibieron piedras de este color a través de comerciantes turcos. Esta piedra, llamada “piedra turquesa”, fue apreciada por su belleza y propiedades protectoras.