Con la llegada del frío, muchas personas notan que sus articulaciones “se resienten”. Dolor en las rodillas, rigidez en las manos o molestias en los hombros son quejas comunes durante el otoño y el invierno. Pero ¿por qué ocurre esto? ¿Es solo una sensación o tiene una explicación médica?
De acuerdo con especialistas en reumatología, los cambios de temperatura y presión atmosférica influyen directamente en el funcionamiento de las articulaciones. Cuando baja la temperatura, los tejidos corporales tienden a contraerse, lo que provoca rigidez y limita la movilidad.
El frío espesa el líquido sinovial, reduciendo la lubricación y causando rigidez o dolor. Además, la baja presión atmosférica expande ligeramente los tejidos, aumentando la presión sobre las terminaciones nerviosas y agravando las molestias en personas con artritis, artrosis o lesiones previas.
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¿Cómo influye la falta de actividad física durante el invierno en la rigidez de las articulaciones?
El invierno también suele venir acompañado de menor actividad física. Muchas personas reducen el ejercicio y permanecen más tiempo en interiores, lo que debilita los músculos y disminuye la flexibilidad. Esto hace que las articulaciones estén más propensas a la rigidez.
A ello se suma que el cuerpo necesita más energía para mantener la temperatura interna, lo que puede afectar la circulación sanguínea en las extremidades y acentuar la sensación de dolor.
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¿Qué hábitos y cuidados ayudan a prevenir el dolor articular en los meses más fríos del año?
Los expertos coinciden en que es posible prevenir o aliviar estas molestias con hábitos simples:
- Utiliza ropa térmica, guantes, calcetines y cubre las zonas más vulnerables, como rodillas y manos.
- Realizar ejercicios suaves, caminar o practicar yoga mejora la circulación y mantiene la flexibilidad articular. Es recomendable calentar el cuerpo antes de cualquier actividad y optar por lugares cerrados o climatizados.
- Una dieta rica en ácidos grasos omega-3 (presentes en el pescado azul, las nueces o las semillas de chía) ayuda a reducir la inflamación. No olvides hidratarte adecuadamente.
Si el dolor no cede o se acompaña de hinchazón, enrojecimiento o fiebre, es importante consultar al médico para descartar alguna enfermedad reumática o inflamatoria.
Por eso, cuando el termómetro baje y aparezcan las molestias, recordá: no es solo el clima, sino tu cuerpo reaccionando al frío. Con algunos cuidados, podés mantenerte activo y sin dolor.
