La nueva serie mexicana de Netflix, Nadie nos vio partir, ha generado un fuerte impacto desde su estreno este 15 de octubre, no solo por su calidad narrativa, sino por la crudeza emocional con la que retrata uno de los casos de secuestro familiar más conmovedores ocurridos en México durante la década de los sesenta.
Protagonizada por Tessa Ía y Emiliano Zurita, la producción se aleja de la ficción convencional para adentrarse en una historia inspirada en hechos reales: la vida de la escritora Tamara Trottner, quien fue víctima de un secuestro perpetrado por su propio padre cuando tenía solo cinco años.
¿Qué sucede cuando la infancia es usada como arma en una guerra entre adultos?
La serie sigue a Valeria, una madre que al regresar a casa descubre que su esposo ha desaparecido junto con sus dos hijos y los pasaportes familiares.
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Lo que inicialmente parece una fuga se revela pronto como una cruel venganza. El hombre, miembro de una familia poderosa, decide castigar a su esposa raptando a los niños y alejándolos de su madre.
Nadie nos vio partir está basada en la novela homónima escrita por la propia Tamara Trottner, quien decidió relatar su experiencia personal con el objetivo de visibilizar un tipo de abuso del que poco se habla: la violencia vicaria, es decir, el uso de los hijos como herramienta para dañar emocionalmente a la madre.
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“Nos secuestra durante dos años... Al principio creímos que era un viaje, pero después preguntamos por mamá, mi perro, mi escuela, y nadie nos respondió”, recordó Tamara Trottner en una entrevista.
Durante ese tiempo, los niños fueron llevados por distintos países, desde Francia hasta Israel, mientras su madre emprendía una búsqueda desesperada con la ayuda de detectives privados.
¿Una serie puede abrir los ojos ante una violencia familiar que pocos se atreven a nombrar?
Bajo la dirección de Gaz Alazraki y con una estética visualmente cuidada, la serie logra plasmar con realismo la tensión entre la aparente inocencia de la infancia y el dolor psicológico provocado por la manipulación y el control familiar.
“Esta historia no trata de héroes ni villanos, sino de heridas que tardan toda una vida en cerrar”, afirmó Tamara Trottner durante la presentación de la serie.
Con esta producción, Netflix no solo apuesta por el drama, sino que también da voz a historias silenciadas durante décadas. Nadie nos vio partir se perfila ya como una de las series mexicanas más comentadas del año, abriendo un espacio para reflexionar sobre los abusos invisibles que pueden existir incluso dentro del núcleo más íntimo: la familia.
